Mi nombre proviene del griego está compuesto por dos términos griegos: Alexein, que significa proteger, y ἀνδρός (ándros), que significa hombre. Por lo tanto, el significado de Alejandra es “La protectora de los hombres”.
Santa Alejandra, mártir vivió en la época de las duras persecuciones a los que profesaban la fe cristiana, desde muy joven se siente atraída por la palabra de Dios y hace voto de castidad. Delatada es llevada ante el tribunal, juzgada y martirizada en Ancira en el año 303.
En el plano histórico, Alejandra Fiódorovna Románova al ser recibida en la Iglesia ortodoxa rusa, se le dio el nombre de Alejandra Fiódorovna y en 2000 (curiosamente el año en el que nací) fue canonizada como Santa Alejandra Portadora de la Pasión junto con el resto de su familia tras su ejecución por los bolcheviques el 17 de julio de 1918. Alejandra era tía abuela materna del príncipe Felipe, duque de Edimbugo y prima hermana por dos veces de la reina Isabel II del Reino Unido.
Alejandra es recordada por ser la última zarina de Rusia como consecuencia de la Revolución de Octubre, además de ser una de los portadores reales más famosos de la hemofilia, y por su apoyo al control autocrático sobre el país. Su amistad con el místico ruso Grigori Rasputin también fue un factor importante en su vida.
Investigando sobre mi nombre me llamó la atención una poeta argentina llamada Alejandra Pizarnik el 25 de Septiembre de 1972 e quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de un barbitúrico durante un fin de semana en el que había salido con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, donde se hallaba internada a consecuencia de su cuadro depresivo y tras dos intentos de suicidio. Su obra influyó a varios artistas de su generación. Aquí os dejo una poesía de ella.
A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD
Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos
Sin trasladarnos de lugar, en Argentina, Ernesto Sabato escribió un libro llamado «Sobre héroes y tumbas» que fue considerada la mejor novela argentina del siglo XX y una de las obras cumbres de habla hispana. El personaje de Alejandra , en relación con los demás personajes, es una transgresora del concepto del género femenino impuesto por la sociedad en la que está situada, una sociedad patriarcal, en donde los individuos han estado acostumbrados a cumplir ciertos roles predeterminados por una cultura tradicional.